
Sólo tengo una carita amarilla, pero tengo muchas azules. Casi nadie las conoce. Esas me las guardo para casa y pueden hacer mucho daño.
Mi carita amarilla es tan preciosa que incluso ha conseguido engañar a más de uno estos últimos días, y arrancarles algún "bueno, veo que estás animada!", cuando lo cierto es que me levanto y me acuesto de color azul...
Mañana será otro día, y quizás sea entero de otro color.